viernes, 2 de enero de 2009

La poesía sigue su caminar

Hoy deseo compartir poemas que van desde lo epico, romantico y erótico.

LOA A UNA TRAICIÓN

“A los indígenas la policía les dio garrote durante sus luchas, a nosotros nos respetaron” Edgar, un maestro caminante

Una lanza,

una lanza aliada

me atravesó

penetró por la espalda

llegó hasta el alma.

Mi sangre regó

la tierra sagrada

que vendí al mejor postor.

Las lágrimas como río impetuoso

mancharon la hierba,

solo las piedras escucharon

ininteligibles gemidos,

mis hermanos de raza

se alegraron con mi muerte…

Confirmé su realidad

cuando bajaba

al centro de la tierra

cruzando el gran río

en la barca fabricada

con telas de araña

ahora hablo desde los caminos

y barrancos de tierra amarilla,

En la otra vida

fui conocido como Pacanchique

hijo preferido de Baganique

otrora gran señor

de las tierras de Ramiriquí.

Era su heredero

pude haber gobernado

pero no fui cacique…

¿En qué momento lo perdí todo?

Quizá cuando el amor despertó

mi juvenil corazón;

ah Naganta, mi Naganta

de grandes y hermosos ojos negros,

negros de ver endrinas

cautivadores, delicados.

Su piel morena,

en ella los dioses

depositaron el encanto

la suavidad al tacto

la textura

de nuestra tierra sagrada.

Sus labios delineados

por el cincel de un artista

de los cuales brotaba

cantarina y pura

la voz de Bachue.

Los dientes que muchas veces

mordieron suavemente mis carnes

tan blancos como gránulos de maíz

bien alienados como en una mazorca tierna.

Su elegante cuerpo parecía

no haber salido de un ser humano

fue forjado en los talleres cercanos al sol,

caminaba cimbreante

como chizos movidos por la brisa.

Cuando paseábamos las miradas

nos perseguían,

unas con admiración

otras pletóricas de envidia,

siempre los murmullos nos seguían…

El tirano organizó en Hunza

una gran fiesta

mi padre como su gran amigo

tendría el sitio de honor,

yo como su heredero

lo debía acompañar,

insistí en llevar a mi amada

ese fue mi primer error.

El cruel Quemuenchatocha

con mirada lasciva

pretendió ocupar mi lecho nupcial

y la llevó a su harén,

mi padre y mi familia se humillaron

le rogaron de rodillas

y el bastardo no escuchó,

nos repudió.

Colmados de tristeza

y caminando a nuestra tierras

urdimos un plan…

mi padre arrancando unas nobles hierbas

unas las mezcló con tierra,

otras con agua cristalina de un arroyo,

me indicó como usarlas

y partí en busca de mi princesa

cuando el color plateado de la noche,

se dejaba ver en los dominios del déspota

cual cazador furtivo me acerqué

a la prisión elegante de Naganta

Los guardias durmieron al probar la bebida,

mi amada se resistió al principio,

al percibir el suave aroma

de aquel elixir

fruto de la mezcla de hierbas

y el sudor de mi mano

reclinó su tierna faz en mi hombro

fue presa de bellos sueños:

en mis brazos la llevé,

flotando en las nubes del amor

y las alas de guincha en mis pies,

a donde Baganique

impaciente esperaba.

“Hijo recupere el tálamo que le quisieron robar…

yo estaré vigilante por si nos descubren”

besando sus nudosas manos agradecí.

Con besos suaves,

acompañado de la luna

con el ulular de los búhos,

el canto de la cigarras

despertó,

me quiso hablar,

la cerradura de nuestros labios

lo impidieron.

nos quitamos las mantas

nuestras bocas recorrieron

hambrientas los cuerpos,

el sudor se confundió

con el aroma de la noche

nuestras carnes palpitaron

los gemidos hicieron coro

con los animales nocturnos,

las manos recorrían

cada rincón de nuestros cuerpos…

Gritos lejanos

gritos cercanos

la noche se paralizó…

“Hijos nos descubrieron,

vienen los soldados del Zaque;

huyamos”

Rápidamente nos vestimos

nos cayeron los zamuros,

Naganta tropezó,

la apresaron

intenté ayudarla..

Solo la escuché gritar:

“Huye, mi amado, huye”

Nos miramos y escapé,

me oculté en la oscuridad…

Escuché a mi padre gemir

a mi amada gritar;

quise salir de mi escondite

la cobardía paralizó mi cuerpo,

perdí el sentido.

.

Perlas de rocío me despertaron

agazapándome me acerqué a Hunza

estaba desolada

la vocinglería de la turba

me indicó el lugar fatídico

en la cumbre...dos horcas

dos cuerpos se balanceaban…

Baganique y Naganta.

Llorando como mujer me arrodillé

miles de pensamientos se agolpaban

la sed de venganza se hizo presente,

el tiempo desapareció…

Regresó cuando una mano se posó

en mi hombro,

miré a una mujer,

su rostro ensangrentado

además muy cansado,

su manta echa jirones

sus pies destrozados.

Me habló suavemente.

Sin parar derramé la historia

en una cascada de palabras;

me habló de unos seres extraños

aparecieron en su tierra Bacatá

a veces caminas con cuatro pies

luego en dos

con pieles brillantes y duras

con palos cual truenos

vomitando fuego

y otros que cortaban indígenas.

Con cabezas raras

peludas caras

buscadores de oro.

Una chispa atravesó mi cabeza,

ellos ayudaran a mi venganza

les daré el metal que quieren.

Los buscamos

nos humillaron

nos humillamos

nos entendimos

y los guiamos

primero a Hunza

allá los dioses

me premiaron con la venganza

al despótico tirano.

Ello no me sació

quise acabar con Suamox

vi el templo sagrado arder.

Mi odio los quería llevar

cerca de los montes muy fríos.

De regreso a Hunza,

en las llanuras de Bonsa

enjambres de indígenas,

abejas asesinas nos atacaron.

los hermanos de raza cayeron

arrasados por nosotros,

me sentí feliz

viéndolos morir,

mi cuerpo servía a la venganza.

De un indígena muerto

tomé su corona de plumas

y armado de flecha y arco,

cuando pretendía disparar

a uno de mi propia raza

uno de los blancos me clavó

su lanza en mi espalda.

Con el sabor de sangre

apañando la hierba

con mis crispados dedos

tarde comprendí

lo de un tal Judas.

Vi llegar al hermano

armado de su red

para atraparme.

Así merecía morir

fui uno mas de los traidores

de mi propia raza…

esta especie de hombres

mueren por la espalda.

Estoy viendo

los bohíos dorados

hermosas labranzas

mis antepasados disfrutan

y yo sintiendo azotes

traspasando

mis carnes inexistentes

penetrando en mis profundidades

atormentándome durante infinidad de lunas.

En nuestro país hay unas personas que en estas fiestas no han estado cerca a sus seres queridos y que todos los colombianos anhelamos ver libres.

PRISIONEROS SIN DELITO

(Para los que aún quedan)

Suave rumor

no es de libertad

tampoco saludo maternal,

suave rumor

se golpea el cambuche

no es alegría musical,

suave rumor

presencia de ser misterioso

ligero estremecimiento

se golpean los eslabones,

suave rumor

serpenteo cercano

silbido reptilineo

respiración acelerada

las cadenas tornasen pesadas

sonidos de alimaña huyendo

sudor pegajoso

silencio peligroso

sueño ausente.

Una noche mas

lejos del hogar

con amanecer de esclavitud

Hay un poema que unos consideran erótico y otros no, lo dejo a su consideración:


PAPEL

Tengo las palabras

construí versos,

no puedo plasmarlos

tienes lo que falta

préstame tu piel

allí escribiremos poemas.

Termino compartiendo uno que ha gustado a los intelectuales como a personas sencillas:


CULPABLE
 
Todos te acusan
tu abogado no te defiende
el fiscal te señala
el jurado está de acuerdo
la sala en pleno te culpa.
No hay argumentos
nada te absuelve
 yo estoy de acuerdo.
Se buscan evidencias
allí están
es mas, tu las tienes.
Son pruebas tus ojos,
hay testimonio en tu boca
tu nariz te acusa,
tu cara lo denuncia,
tu cuerpo lo declara.
Tu voz no se escucha
si hablas hay mas pruebas.
El tiempo pasa
todos te miramos.
¿De qué se te acusa?
Dice una voz
 eres culpable;
¿El delito?
al fin preguntas,
todos respondemos:
Eres bella.
 
Jorge David Castellanos Velandia
 
INDÍGENA BLANCO
 



2 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Profesor...

Cuatro poemas, cuatro temáticas, cuatro razones para seguir leyendo.

Poemas intensos, profundos y muy sociales.

Un saludo.

yamiletlibrerosrios dijo...

Hola profe,
Estos últimos me gustan mucho, hacen trascender el alma y desdoblar el cuerpo a lugares eternos y soñar con conocer el universo.
Yamilet una amiga...